Marta se lo pasó tan bien, que solo quería más y más y más fotos. Una de esas sesiones que se convirtieron en un juego desde el principio. Un rato de fantasía, en el que volaron mariposas, flotaron barcos, levitaron las plumas y saltaron paraguas.
Porque los reportajes de comunión no tienen porque ser serios y aburridos. Fotografiamos a niños, y los niños son una mezcla de picardía y de fantasía que les encantan los juegos improvisados, imaginar, soñar y dejarse llevar.
Y si disfrutan, en las fotografías no nos encontraremos niños serios a los que nos cuesta reconocer, sino al niño que de verdad es, al que nos hace sentir, al que nos comeríamos a besos.
Marta, se dejó llevar y nos mostró esa niña risueña que es. Bonita, tierna, y con una alegría que enamora.