Viajar a India por tercera vez

Fotografía infantil en Zaragoza

Viajar a India es volver a enamorarte de ella, de su gente y de la vida.

Reencuentro con nuestras niñas apadrinadas: Alekhya y Sandhya

Siempre me gustó escribir. Lo hacía todo el tiempo. Pero llevaba cinco años sin hacerlo, incapaz de escribir dos palabras seguidas. Fueron años complicados y lejos de utilizar las palabras como vía de escape, se colapsaron en una campana infranqueable y hermética.

Pero la India no sabe de corazas, te remueve, te agita, te colapsa y se cuela por cualquier rendija que encuentra para reconectarte de nuevo con la vida y las emociones más profundas.

Es mi tercer viaje a la Fundación Vicente Ferrer. Aun sigo en India cuando empiezo a escribir mientras voy en el coche en el blog de notas del móvil. Me emociono cuando vuelto a sentir ganas de escribir y puedo de nuevo hacerlo. Es difícil hablar de la Fundación, porque nada de lo que cuente va a hacer justicia al trabajo tan impresionante, impactante y maravilloso que hacen allí. Es un oasis en el sur de la India, donde no ves la miseria que ves en otras zonas de la India, donde la gente más pobre, puede trabajar, los niños pueden estudiar, los discapacitados tienen un medio de vida, la igualdad entre niños y niñas se trabaja desde la infancia, donde el mundo ha cambiado desde la educación…. Llegar allí, es un impacto a todos los niveles, que te desconfigura la cabeza y el corazón. Es una experiencia y una vivencia personal que te cambia la vida.

Nos quedan dos días de viaje. Y nuevamente, cuando abandonamos la Fundación es como si nos quedáramos un poquito huérfanas.
Poco a poco vamos creando lazos con la maravillosa gente de Anantapur. Hablamos, aprendemos y nos hacen sentir sensaciones que en España es difícil, por no decir imposible, sentir.
Esta vez, viajé con serenidad, apreciando la intensidad de la India sin la ansiedad del primer encuentro.
Poco a poco, vamos aprendiendo más de la India y de su forma de sentir la vida.
Nos creemos que nosotros vivimos en un mundo más tecnológico que ellos, porque tenemos lavadora, vestimos con zapatos y llevamos un reloj que dirije nuestra agenda. No dejamos huecos para que la vida fluya, no tenemos tiempo. Llevamos si, una vida más cómoda, pero en la India se vive la vida con una intensidad que nosotros no conocemos ni de lejos. Nos creemos más civilizados, pero India nos enseña que la verdadera felicidad está en ser, no en tener.
Ha habido momentos muy emocionante en La India. Si tuviera que elegir tres, serían sin duda nuestro reencuentro con Alekhya y Sandhya, nuestro ratito de café sin café con Lancy, volver a ver Nirmala y voy añadir un cuarto: el encuentro sorpresa con Kusuma en la puerta de nuestra habitación, una niña valiente, que contra viento y marea, se ha casado por amor.

Es muy bonito viajar a India por tercera vez y darte cuenta que a pesar de los 8000 kilómetros que nos separan, he visto crecer a mi niña. Era pequeñita el día que la conocí y acaba de cumplir 20 años.

Fotografía infantil en Zaragoza

2016

Fotografía infantil en Zaragoza
Fotografía infantil en Zaragoza

2019

Fotografía infantil en Zaragoza
Fotografía infantil en Zaragoza

2025

Yo creo que todavia no se han creado las palabras que describen mi reencuentro con Alekhya y de existir, yo las desconozco.

Hace unos meses recibí una carta suya. «Te echo de menos. Necesito verte»_ decía. Habían pasado seis años desde la última vez que nos vimos. 9 años desde que nos conocimos. La misma semana que lei su carta sacamos los billetes para ir a India.

Entramos en la aldea, esta vez, sin comité de bienvenida. Me sorprendió, porque en cada viaje, el pueblo entero nos esperaba en la entrada, con esos collares de flores, las pulseras, el bindi en la frente, ese punto rojo que te pintan en la zona del tercer ojo, como señal de bienvenida. El bindi es un simbolo de energia y sabiduría.
Esta vez no hubo comité de bienvenida.Todo fue más íntimo. Nos dijo Nirmala después que hay familias que piden que sea así, algo íntimo. Me parece bonito.
Tan sólo la madre nos esperaba en la entrada de la casa. Me abrazó. Un abrazo sentido, profundo, intenso. Me acariciaba la cara, me daba besitos. Siento su cariño y afecto en cada poro de mi piel.
Siento una alegría inmensa, desconocida, deseada, desbordante. Me invita a entrar, y ahí está ella, mi niña, mi Alekhya. Apenas me doy cuenta que grito su nombre, como si el corazón fuera por un lado y mi cuerpo por otro, y es el corazón el que grita su nombre, si que apenas me diera cuenta, tan solo lo oigo como en la distancia. Mi niña se arroja a mis brazos, y así sucede el abrazo más largo que he dado nunca. Fueron varios minutos, no sé decir cuantos porque el tiempo se paró. La sentía gimotear sobre mi hombro y yo sentía mis lágrimas resbalar sin control por mis mejillas.
Intuía a su familia alrededor, a mi hija la imaginaba con su niña, pero era como quien siente el aire, porque estaba tan sumergida en mi emoción, en ese abrazo intenso, en el tiempo que llevaba esperándolo, en la alegría que alekhya sintió en mis brazos. No podía separarme. Y así pasaron varios minutos. Indescriptible. La felicidad está en la acumulación de momentos memorables y únicos. Y sin duda, este fue uno de ellos.

Sé que ese abrazo me alargó la vida.

Alekhya y su familia, me ha regalado algunos momentos más memorables de mi vida.

Pasamos un día cargado de emociones, de caricias, de miradas. Quizá porque no podemos entendernos, el resto de los sentidos se hace mucho más intenso y expresamos con todos y cada uno de ellos. Es maravilloso poder compartir algo así con mis hijas. Aunque en este viaje, solo ha podido venir mi hija Ana.
Sandhya, la hermana pequeña de Alekhya, está preciosa. Tenía 3 añitos cuando la fotografié la primera vez. Y 6 añitos cuando la apadrinaron mis hijas. Fue un amor a primera vista. Un hilo rojo que se tejió en segundos. Ahora tiene 12 años. Y es bellísima. Es bonito verlas crecer. Era poco más que un bebé cuando le hice las primeras fotos en mano de su madre. Y en cada viaje, la hemos visto hacerse mayor. Es maravilloso.

2016

2019

Fotografía infantil en Zaragoza

2025

Pedí que nuestras niñas nos acompañaran para ver a Indu. No quería de ninguna manera renunciar a un minuto de estar con ellas.
La historia de Indu también me ha tocado el alma. Indú estaba feliz de verme, ya no es la niña pícara que conocí 5 años antes. Ahora es tímida, vergonzosa, pero no para de reír ocultando su risa con su mano. Quizá nadie le ha dicho que tiene una sonrisa preciosa. Se sentía feliz de formar parte de ese momento, de sentirse querida, recordada, de poder vivir ese instante en el que alguien, desde el otro lado del mundo, quiere verla y estar con ella. Le conté, como me robó el corazón 5 años atrás, Le enseñé nuestra foto juntas en la estantería de mi estudio, aquello le volvió loca de alegría, le hablé de Francis, su padrino, y le dije que estaba aquí por él pero también por mí, porque me moría por volver a verla.
No sabía que tenía una hermana pequeña, Pournami. Bella, risueña, con una de esas miradas indias que te enganchan.

Fotografía infantil en Zaragoza

Nuestro día en la aldea de Duggumarri lo pasamos con ellas. Las pequeñas de las manos de Ana y Alekhya e Indú de la mía.
Alekhya quiere estudiar enfermería, está estudiando mucho para conseguirlo. Sandhya quiere ser maestra. Indú quiere ser médico y Pournami, su hermana pequeña, militar.
Sus padres, de la casta de los intocables , no podían imaginar una vida más allá de ser jornaleros. Pero sus hijos, gracias a la Fundación, pueden acceder a tener estudios y una carrera. Gracias a la Fundación Vicente Ferrer, estos niños tienen la oportunidad de cambiar su destino. Un cambio gigante impensable en la casta de los Dalit. El trabajo de la Fundación Vicente Ferrer ha cambiado sus vidas. Los niños de castas inferiores, como los de Duggumarri, ya no tienen que casarse siendo niños, pueden estudiar y decidir su futuro. Gracias a la Fundación, estas niñas pueden ser lo que deseen.
En muchas aldeas, los niños de castas superiores estudian juntos. En otras, los padres siempre defendiendo su falsa superioridad, se niegan a mezclarse.

Fotografía infantil en Zaragoza

Llegamos con nuestras posesiones, nuestros vaqueros, nuestros móviles, nuestra calidad de vida, venimos desde un país rico pensando que somos nosotros los que damos y ellos los que reciben.
Y entonces sucede, que desde la esencia del que no tiene nada, la generosidad del que no te puede dar posesiones pero puede darte su alegría, su gratitud, su sonrisa, todo eso que queda cuando te despojas de todo lo que a nosotros nos sobra, es entonces cuando todos tus sentimientos de grandeza se quedan esparcidos por el suelo y te empiezas a sentir más y más pequeño. Y cuanto más los abrazas, cuanto más coges sus manos, cuantas más veces te agasajan con sus flores, sus collares, sus zumos de tetabrik… más te vas dejando enseñar sobre la vida, sobre el presente, sobre lo que importa realmente en la vida, sobre la felicidad de verdad. Y aprendes que lo importante y lo que te hace feliz es Ser, no tener. En el fondo, lo sabemos, pero la rueda nos arrastra. Y allí, en India, te topas de frente con la verdad de la vida. La India te enseña que la felicidad no se encuentra en lo que tenemos, sino en cómo nos relacionamos con los demás.
Nosotros tan serios, ellos que solo saben sonreír, nosotros tan bien vestidos, ellos con sus saris de colores y sus puyabis, que ojalá yo supiera llevarlos como ellos los llevan. Nosotros con nuestros relojes inteligentes que nos invitan a ir deprisa, mientras que ellos no saben del tiempo, solo saben vivir hoy… y te lo enseñan todo sobre esa felicidad que tanto buscamos en nuestra calidad de vida, y no la encontramos porque no está ahí, está dentro y ellos lo saben, porque el no tener lo sobrante, incluye no tener distracciones. Y solo pueden mirar hacia dentro.

Y vas pasando los días allí, y te vas haciendo más y más pequeño y a ellos los vas viendo más y más grandes.

Y en este tercer viaje, que he vivido desde la serenidad del que ya sabe lo que va a encontrar, del que ya no mira desde arriba, sino desde la humildad del que quiere aprender, sin la ansiedad de las primeras veces… he empezado a amarles de una forma desmedida. Les amo por enseñarme tanto, por sonreirme todo el tiempo, por abrazarme tanto cuando tanto lo necesito. Les amo por regalarme flores que me gustaría conservar siempre, por hacerme SENTIR, reconectarme con la vida, con su esencia, con mi esencia, con ese yo nuestro que nos da tanto miedo.
Les amo por regalarme instantes que todo el mundo se volvería loco por vivirlos una sola vez en la vida y yo ya casi no los puedo contar, les amo porque cuando estoy con ellos me siento FELIZ.

No sé, sé que soy muy emocional, intensa, pero lo que vivimos en cada viaje, creo que derrumba la coraza del más fuerte.

Tengo una deuda acumulada ya demasiado grande con la Fundación por invitarme a su casa, alimentar mi cuerpo y mi alma y darme la oportunidad de SENTIR, de SER, y de vivir una experiencia de vida que es tan bonita como necesaria para mí.

La Fundación Vicente Ferrer te abre sus puertas cuando llegas, son hospitalarios, maravillosos, y te ofrecen estancia gratuita. Te muestran su labor, sus proyectos, el gran trabajo que realizan en Anantapur donde han sacado a 3.5000.000 de personas de la pobreza. Ana Ferrer siempre da la bienvenida a los visitantes, te emociona y te conmueve.

https://www.fundacionvicenteferrer.org/movilizate#modulo-viaja

Fotografía familiar con nuestro amigo Juan Carlos, que ha descubierto Anantapur por primera vez y creo que aún anda asimilándolo….

Ya no me imagino mi vida sin India, sin mis hilos rojos, sin su color, sus saris, sus flores, su generosidad su alegria, sus sonrisas, sus bidis y sus namasté.
Me cuesta volver a nuestro mundo, donde la calidad de vida nos convierte en personas grises, donde la gente no te mira, donde a veces es difícil encontrarte con una sonrisa que venga directamente del alma, donde nunca tenemos tiempo, donde la vida no se para constantente para SENTIR por unos instantes.
¿Otra vez te vas a la India? Me dicen ¿Cuántos viajes llevas?
Son tres. Tres viajes a Anantapur. Los tres primeros, pero la India forma ya parte del aire que respiro, y todos sabemos, que no se puede  vivir sin aire.

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